Introducción
“Antígona ex machina”.
Antígona fuera de sí, más allá de sí, Antígona desde el espejo de nuestros ojos vidriosos y arañados desde los que vemos la verdad.
Antígona atravesando casi tres mil años de historia. Atravesando el arte, la filosofía, la cultura.
La mujer desgarrada del Uno Primordial. La mujer fuera del tumulto. La conciencia hecha carne. El verbo hecho hueco sonoro.
Nuestra Antígona es aquella del primer coro griego de los ritos órficos. Y es un bailarín más del ballet de Luis XIV en su corte. Es una estatua mitad Jesus mitad María. Y es una presa política de todas las guerras contemporáneas.
Su dolor no envejece.
Su lucha no envejece.
Su amor no envejece.
Ella nos canta desde dentro, nuestra sangre conoce la forma de re-presentar la suya.
Nunca dejamos de ser la misma cosa.
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Antígona para nosotros, desde nosotros y desde muchos otros que nos han servido de inspiración para re-crearla: el oscurantismo griego, la filosofía hindú, Friedrich Nietzsche y Arthur Schopenhauer desde el pensamiento; Arvo Pärt, Jean Baptiste Lully, György Ligeti, Las Cigarreras, Antonio Mairena, Los Campanilleros y John Cage desde la música; Gustave Doré, Mark Janssens, Francisco de Goya, Lucien Freud y Diane Arbus desde la pintura, escultura y fotografía; y, Sófocles, Angélica Liddell, Antonin Artaud, Shakespeare, Mijaíl Chéjov, la ópera francesa, Müller, Jacques Lecoq, el teatro de acción política y Martin McDonagh desde el teatro.
Un vergel de contenidos artísticos, filosóficos y teatrales donde hemos crecido durante nueve meses, del que nos hemos alimentado, quedándonos con lo que queríamos y transformándolo en lo que queríamos.
