IntroducciĂłn
Atalaya ha coproducido con el GREC uno de sus espectĂĄculos mĂĄs impactantes: MARAT/SADE de Peter Weiss. En su estreno, el 17 de julio de 2016, llenĂł por tres dĂas el Teatre Lliure de Barcelona poniendo al pĂșblico en pie y con muy largas ovaciones, tal como se hacen eco las crĂticas, cuyo Ășnico âperoâ es que sĂłlo se programara tres dĂas en Barcelona.
MARAT/SADE es el nombre abreviado de PersecuciĂłn y asesinato de Jean Paul Marat, representado por el grupo de actores del Hospicio de Charenton bajo la direcciĂłn del Señor de Sade. Se trata de uno de los tĂtulos referenciales del teatro europeo del siglo XX. Escrito en 1964 por Peter Weiss, autor alemĂĄn, aborda los años posteriores a la RevoluciĂłn Francesa, si bien por su lenguaje y su visiĂłn resulta de una extraordinaria actualidad.
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Marat fue uno de los ideĂłlogos de la revoluciĂłn; coautor de la âDeclaraciĂłn de los Derechos del Hombre y del Ciudadanoâ, en representaciĂłn del ala izquierda. Por su parte, el MarquĂ©s de Sade, uno de los personajes mĂĄs controvertidos de la historia contemporĂĄnea, darĂa origen a tĂ©rminos como âsadismoâ o âsadoâ.
La obra se inscribe en âteatro dentro del teatroâ al ser interpretada, supuestamente, por internos del psiquiĂĄtrico donde Sade estĂĄ recluido, con la excepciĂłn de quien encarna a la autoridad, el prefecto Coulmier, representante del orden establecido.
A travĂ©s de Marat, de su asesina âCarlota Corday-, de Sade, de Coulmier y del cura revolucionario libertario Jacques Roux, se presentan las diferentes posiciones ante la revoluciĂłn, mientras el pueblo es encarnado por el coro de âlocosâ y por el grupo de cĂłmicos cantores que, junto al presentador, confieren al montaje un estilo musical.
El dilema de la obra gira en torno a la lucha dialéctica entre el individualismo y lo colectivo, entre la violencia y la sumisión, entre la honestidad y la corrupción.
La obra posee dos lenguajes que han sido determinantes en el Ășltimo medio siglo: el del teatro Ă©pico de Brecht y el del teatro de la crueldad de Artaud, pero tambiĂ©n aflora el grotesco de Merjehold; los tres ejercen una enorme influencia en las escenificaciones de Atalaya.
La veintena de tema interpretados en vivo confieren al montaje un aire de musical y sobresale en su estructura la propuesta de teatro dentro del teatro; el pĂșblico se sienta ante actores coetĂĄneos que encarnan a enfermos del manicomio de Charenton, que interpretan en 1808 a personajes de la RevoluciĂłn Francesa. Si los protagonistas datan de 1793, los elementos escĂ©nicos- escenografĂa y vestuario- bien podrĂan ser de 1808, mientras que la composiciĂłn musical y la iluminaciĂłn- que configuran la especificaciĂłn intangible â resultan contemporĂĄneos. En todo caso Atalaya ha querido universalizar la obra, tanto en el tiempo como en el espacio obviando en buena parte su concreciĂłn. Resultan de enorme actualidad las luchas dialĂ©cticas entre el individualismo, que representa el marquĂ©s de Sade, y la apuesta por la colectividad, encarnada por Jean Paul Marat; entre la actitud sumisa ante los poderosos de una parte de la sociedad y la rebeldĂa de la otra; entre la corrupciĂłn y la honestidad.